Hades y Proserpina
Óleo sobre lienzo 116 x 89 cm

Hades dios del inframundo rapta a Proserpina, hija de Ceres la diosa de la agricultura y las estaciones, y se la lleva a su reino, el infierno, para hacerla su esposa. La desgracia y el desconsuelo que sufre la madre de la joven provocan que la tierra se convierta en un erial. Ante esto Zeus, rey de los dioses, ordena a Hades liberar a Proserpina para que esta regrese con su madre. La única condición que impone Zeus para la liberación de Proserpina es la prohibición explícita de ingerir bocado alguno durante el viaje de regreso.
No queda muy claro en los textos si engañada por Hades o por propia iniciativa, Proserpina come seis granos de granada durante el trayecto,- quién come la comida de los muertos no puede regresar al mundo de los vivos-, y queda así condenada a pasar en el inframundo seis meses cada año, uno por cada grano comido. Los otros seis meses los pasará con su madre en la superficie. Durante los seis meses que pasa junto a su madre, la tierra florece y las cosechas dan sus frutos. Durante los otros seis meses la tierra se enfría y los cultivos se frenan. La metáfora de las estaciones. La flor de la muerte es el tulipán negro que al mismo tiempo significa amor sufriente. Los tulipanes negros están mezclados con rojos cuyo simbolismo es el amor eterno. Un amor este eterno de verdad, puesto que Proserpina queda unida eternamente al infierno a tiempo parcial.
Me permito además un contraste humorístico entre la pareja protagonista que aparece en la escena central del cuadro, viviendo su historia romántica en un magnífico balcón de su residencia palaciega, adornada por gárgolas, todo belleza, y todo pasión, que para eso son los dioses, y algunos habitantes del inframundo que aparecen en la parte superior. Demonios y almas difuntas que sobrellevan como pueden el tiempo durante toda la eternidad.

VOLVER